Cuantas veces hemos deseado borrar un día, un instante, un momento, un año de nuestras vidas. Cuantas veces hemos deseado borrarlo todo y vaciar nuestra memoria... Cuántas veces deseamos volver a ser niños, y vivir todo de nuevo, recuperar lo que se fué, o por otra parte dejar que el tiempo ponga las cosas en su lugar.
Algunas personas simplemente no esperan nada del tiempo. Para algunos da lo mimos regresar o avanzar, simplemente renuncian y dejan que el tiempo continúe su paso, que se marcha con la´grimas y un largo adiós...
Si desearamos en algún momento perder completamente la memoria y plegarnos a la frase "comenzar de nuevo"; ¿Cuántas cosas nos perderíamos? Serían como aquellas cosas que se pierden accidentalmente en la mudanza y luego se extrañan. Perderíamos el calor del primer beso y la sensación de aquel amanecer que fué perfecto. La nostalgia por amores pasados y la inocencia con la que nos enfrentamos a lo desconocido la primera vez. Quedarían atrás los amigos que iban a ser eternos, las cartas que nos hiciéron llorar, la primera o última vez que vimos a un gran amor, los brazos más cálidos, el día que pensamos que se iba a acabar el mundo, el dolor más penetrante, la sonrisa más esperanzadora, el nacimiento del sentimiento más puro e inocente... ¿En realidad comenzamos una vida nueva, o matamos otra llena de hermosos recuerdos?
Dejamos un presente y una vida que nos da infinitas oportunidades para soñar, para equivocarnos, para sentir, para llorar, para reír. Dejamos una vida que nos da infinitas oportunidades de soñar con un futuro perfecto que no existe, pero nos llena de ilusión, o un pedacito de cielo cuando en realidad no sabemos lo que nos espera...
¿Vale realmente la pena olvidar...?