sábado, 14 de mayo de 2011

Claro... Era todo tan fácil. Fue casual. Tal vez dictado por el destino. O tal vez no. Qué sé yo! Pero no me arrepiento de haberte conocido. Hablábamos en otro idioma, hasta que nos dimos cuenta que hablábamos el mismo naturalmente. Ahí empezó nuestra amistad. Que cuántos años tenía, que cuántos años tenías vos. Que parecías más chico, como de mi edad; que yo parecía más grande, de la tuya. Que "países rivales en el fútbol", pero... y el amor? Sentiste amor? Ni una gotita? Nada de nada? Después de eso, silencio. Me costaba entablar una conversación con vos. Me ponía nerviosa, idiota. Más idiota de lo que actualmente soy. Cuando te veía hablar de lo más bien con otras, me ponía histérica. Triste. Lloraba. Pero conmigo, porque no entendía cómo hacían ellas para tener una charla de lo más linda y tranquila con vos. Y yo no. Incapaz. Hasta que me animé. Como tres días después de nuestra primer conversación. Suena de loca, contar días o cuándo te hablé y cuándo no. Pero, no sé, estaba loca. Por vos, no? En fin. Algo hizo click. Ya nos sonreíamos. Y me acuerdo cuando me dijiste que me habías visto en un bar de una isla de por ahi y estuviste a punto de saludarme, pero que yo me di vuelta y te dio vergüenza. O que te arrepentiste. Yo te confieso algo: sí te había visto y, si te seguía mirando, me ponía roja como un tomate; por eso no te saludé, ni nada. Perdón. Ya nos hacíamos chistes. Hasta me acuerdo de esa vez que dijiste algo de cómo nos saludábamos. Que era raro para los demás, porque en el hemisferio norte está mal visto (o, por lo menos, que eso significaba que querías algo conmigo... o al revés). Y después dijiste "já, y en algunos países hasta se saludan en la boca!" y yo pensé para mi misma "no tengo ningún problema con vos, eh". Río al pensar en eso. Me hiciste reir. Me hiciste llorar. Me hiciste quererte. Me hiciste odiarte. Odio porque me habías dicho que te gustaba ..., mi amiga. Y yo no lo podía creer. Al final, todo terminó siendo mentira. Por suerte. Y te sonreí, por no tirarte al agua o romper en llanto. Porque dolió. Me gustaban esas caminatas nocturnas nosotros dos, solos. Era lindo charlar con vos, cuando ya me salía. Cuando los nervios desaparecieron. Lo mejor fue cuando finalmente bailamos solos, los dos. La última fiesta. Me agarraste de las manos y, no sé, solo me acuerdo de tus ojos. Y de lo feliz que estaba. Y de lo mucho que quería que durara ese momento. Y, finalmente, lo poco que duró todo. Porque te fuiste y estás lejos. Y te extraño. Y quiero verte. Y quisiera que estés al lado mío. O dándome un abrazo. O algo. Pero ahora. Ya. Juntos. Te extraño tanto. No, te necesito tanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario